Entonces Chase escogió el momento oportuno, el más idóneo para tener mayor oportunidad de hablar con el hombre marrón. Justo antes de ir a comprar los 2 sándwiches, en el momento en que salía del edificio. Se colocó a su nivel y comenzó a hablarle, primero un saludo, el cuál fue respondido con una desinteresada mirada de reojo, después le seguiría a una distancia prudente comentándole el aprecio que le tenía e insistía en no recibir ni una moneda, solo una amena charla.
Mientras el hombre de marrón seguía inmutable hacia su actitud poco usual, él solo pensaba en sus pasos, si seguía con el tiempo calculado, y alguna pequeña distracción sobre si le apretaban los zapatos o tal vez debía andar más tranquilo.
Chase no notaba ninguna respuesta a su favor, parecía sordo a lo que decía, aunque él sabía que esto podía suceder. Pero el hombre marrón no contaba con algo, que Chase sí sabía, y que por eso escogió este determinado día para intentar congeniar con "su hombre marrón".
Todo sucedió cuando el hombre marrón se quedó observando durante unos segundos (sintiendo que su vacío mental aumentaba), que la tienda donde adquiría sus 2 sándwiches, por primera vez, había cerrado, una reja marrón cuya uniformidad se veía corrompida por un papel adherido a ésta, el cuál contenía un escrito a mano en el que se informaba al público que por fallecimiento del dueño cerraban una temporada. Era el momento en que Chase tenía que ser el salvador de este hombre, de poder medir su justicia y moralidad al salvar su rutina ofreciéndole los mismos 2 sándwiches, perfectamente envasados, que él adquirió en otra tienda no muy distante, pero a la cuál le dio tiempo a llegar cuando se enteró de la nueva situación y volver antes de que el hombre marrón saliera del edificio a las 12:05, sacrificando así, sus escasos ingresos del día con la esperanza de recibir algo más valioso, aunque fuera a largo plazo, con su arriesgada inversión.
Cuando Chase se presentó al hombre marrón, de frente, ofreciendo los 2 sándwiches a la altura de sus ojos, haciéndole saber que su admiración por él le ha llevado a tal acto, y que lo más que puede esperar es el poder pasar un tiempo con él, fue entonces cuando el hombre marrón, por primera vez, dio la impresión de bajar la mirada y dirigir sus vacías pupilas al rostro de otro hombre, aceptando su ofrenda y diciendo "gracias" con una voz que parecía más un suspiro que una pronunciación. El hombre marrón, transformado de manera extraña, llegó a mover la cabeza de forma diferente, acabando con su postura eternamente firme, para despedirse de Chase con un "hasta luego, he de irme a trabajar"...